El 24 de noviembre de 2024, la última jornada del Encuentro Sevilla nos invitó a una reflexión única sobre el significado del diálogo interreligioso con el acto titulado “¿Qué esperar de un encuentro entre religiones?”. En un salón lleno de asistentes, la conversación fue moderada por Carmen Velasco y contó con la participación de Monseñor Valdivia y el académico egipcio Wael Farouq, dos hombres de fe que ofrecieron un testimonio profundo sobre la belleza de encontrarse con el otro.
La fe no es un destino, sino un camino. Farouq abrió su intervención con esta afirmación, subrayando que cada día es una elección: elegir la esperanza, elegir mirar al prójimo como un bien y no como una amenaza. “La diferencia no es el problema, es una gracia”, afirmó, recordando que es en el encuentro donde se renueva nuestra identidad y se fortalece nuestra humanidad.
Por su parte, Monseñor Valdivia apeló al deseo universal de felicidad que une a cristianos, musulmanes y personas de toda fe o tradición. “¿Qué queremos todos en el fondo? Ser amados, vivir una vida plena y hermosa”, expresó. Sin embargo, también señaló que, cuando la realidad abruma y las heridas oscurecen el corazón, es fácil caer en el miedo y el prejuicio hacia el otro.
Farouq recordó que no son las religiones las que dialogan, sino las personas. “Cuando no hay diálogo, las religiones se reducen a estereotipos. Pero el verdadero diálogo no es un compromiso entre tú y yo, es un encuentro en el que caminamos juntos”. Citó un gesto emblemático: el abrazo entre el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, comparándolo con el encuentro histórico entre San Francisco de Asís y el sultán Al-Kamil. “Ese abrazo nos muestra lo que buscamos: nuestra humanidad y la del otro”.
Para ambos ponentes, el verdadero enemigo no es la diferencia, sino el vacío que crece cuando olvidamos la grandeza del otro. Valdivia afirmó: “Si nos centramos en el mal del prójimo en lugar de descubrir su luz, cerramos la puerta al encuentro”. Y Farouq añadió: “La belleza da vida al corazón. Cuando encuentro algo bello, debo testimoniarlo; ese es el verdadero diálogo”.
Carmen Velasco, moderadora, planteó una pregunta crucial: “¿Dónde debemos mirar para encontrarnos?”. Farouq respondió con sencillez: “En lo profundo del otro, con paciencia. La fe nos enseña que Dios está presente en todo corazón humano”.
Farouq concluyó con un ejemplo que conmovió a todos: el peregrinar del Papa Francisco, no como portador de esperanza, sino como alguien que también la busca. “Cuando visitamos a un amigo enfermo, no lo curamos, pero nuestra presencia alivia su alma”, dijo, evocando la necesidad de abrazar la diferencia con apertura y amor.
El acto no fue solo un ejercicio de reflexión, sino una invitación a vivir la esperanza en lo cotidiano. En palabras de Monseñor Valdivia, “la libertad no está en el rechazo de la diferencia, sino en el encuentro que nos libera del vacío”.
Así cerró el Encuentro Sevilla: con un llamado a testimoniar la belleza, a abrazar al otro y a descubrir juntos una humanidad más luminosa.